Volver a la tierrita donde uno pasó gran parte de su
infancia siempre es grato y fascinante.
Y así fue, volví a Jericó (claro que después
de mi partida regresé varias veces, pero reencontrarme con mis viejos amigos
hizo de este un especial regreso).
Y encontré las cosas tal cual las dejé hace años atrás, cuando
mis lágrimas inundaban el carro del trasteo. Me permití recordar la niña que
era, fue como si el tiempo no hubiese pasado y entonces empecé a sentir que me empequeñecía
y que tenía diez años, y que podía volver a hacer muchas cosas de ese entonces,
todos los lugares me trajeron algún grato y otros no tan gratos recuerdos, pero
la felicidad de recordar fue efímera. Cuando vi a un grupo de jóvenes vestidos
de pantalón, botas y sombrero y reconocí entre ese “selecto” grupo a varios
amigos de la infancia, aterricé en el 2012, me di cuenta que, en serio, el
tiempo pasa, que he cambiado mucho y que ellos, no mucho, pero también han
cambiado.
Me acerqué y vi como esos ojos se sorprendían al reconocer en esta
muchachota la niña que yo había sido, el saludo fue cálido, siempre soy buena
conservando el cariño por las personas que aprecio o en este caso aprecié. Todo
iba muy normal, los elogios, las sonrisas, los mismo chistes de la infancia, el
mismo “chóquelas”, hasta que llegamos a la parte de “bueno, Geral y… ¿qué ha
sido de tu vida?” yo como siempre de tímida no respondí y devolví la pregunta,
todos ellos me empezaron a responder y ahí fue cuando descubrí que gran parte
de mis conocidos son un “bajo perfil” del mundo. Obviamente no creo que sean
menos que otras personas, utilizó el termino aplicado a mi círculo actual, a
ustedes, pues ya sabemos que para nosotros un bajo perfil, es aquella persona
que está entre nosotros pero que no se nota, o que no es muy conocida (re
conocida). Y si vieran mi sorpresa cuando me descubrí a mi sintiendo envidia
por la vida “bajo perfil” que ellos llevan (tampoco es que yo sea el alto
perfil del mundo).
Verán ellos se han dedicado a ser campesinos, se han pasado
la vida entera en el mismo pueblo, la misma vereda, la misma finquita y de
cierta manera no les importa el mundo acá afuera, y ya verán lo ridícula que me
sentí al escucharme responder “ Pues yo ahora estudio una carrera que todo el
mundo considera cula, de mi vida no ha sido mucho, estudié animación 3D y junto
con unos amigos organicé un Festival Audiovisual Creative Commons, y este año
haremos lo mismo, porque verán ustedes que la sociedad se ha visto afectada por
la ley 201 de 2012 … que bla bla bla.”
no tenían idea de que ha sido de mi vida, no porque sean ignorantes sino porque
no les interesa, ellos están pensando en la producción de la semana, lo que van
a vender el sábado en el pueblo y en decidir si mercar o gastarse la plata en
la farra pueblerina de domingo, que casi siempre se deciden por la última. Y
son tan felices así, unos dirán que es una felicidad mediocre pero yo digo que
al fin y al cabo es felicidad. Y claro que tienen problemas, como todo mundo,
la broca se les está comiendo el café y el moco está acabando con los
platanales, pero ahí van ellos luchándola, en su finquita, sin preocuparse por
el mundo entero, por lo que pase o no pase con Ublime, Santos o el senado,
porque no, ellos no se quedaron hasta las 12 de la noche viendo el streaming
del senado e indignándose de como en un día aprobaban una ley y en menos de un
minuto se decidía un articulo de ley. No, a ellos eso los tienen sin cuidado, y
a mi me gustaría eso, vivir así, muchos dicen que el ignorante es feliz, pero
va uno a ver y de que le sirve a uno saber que Shakira se equivocó cantando el
himno, eso solo le sirve a uno para sentir pena ajena y verguenza. Ellos no se
preocupan por el último meme que salió, o por la última dosis diaria del
ilustrador, no twittean (a eso sumemos que tienen amigos de carne y hueso), no
les importa leerse el último libro del autor paisa y criticarlo porque no gusta
del teatro, e infinidad de cosas que para mi son lujos, para ellos son
patrañas.Y sí, ellos, los “bajo
perfil” del mundo viven felices, mientras nosotros no hacemos más que
quejarnos, criticar, fijarnos en el otro, pero bueno, “al César lo que es del
César” y esto es lo que tengo para vivir
y tratar de ser feliz, me alegro por ellos y seguiré buscando mi felicidad en
esta Colombia intransigente.